Origins of Antisemitism and Encouraging Peace | Comprender el antisemitismo y fomentar la paz

Feb. 25, 2024

 

Dear Families and Friends of St. Francis Xavier Parish,

I get to kill two birds with one stone with this column. First, is to answer a question submitted to the “ask a priest” box at the gift fair: “Why do the Jewish people have a history of persecution?” The simple answer is xenophobia. Jews have always been called to be “set apart,” a call that Christians have inherited. This is explicit in the biblical book of Esther: “Then Haman said to King Ahasuerus: ‘Dispersed among the nations throughout the provinces of your kingdom, there is a certain people living apart. Their laws differ from those of every other people and they do not obey the laws of the king; so it is not proper for the king to tolerate them.’” This view, especially by those in power, and nationalist extremists throughout the centuries, has been a key cause. 

The second cause is a misuse of the scriptures, particularly the line in Matthew 25:27: “In response, the Jewish crowd demanding the crucifixion of Jesus declared, ‘His blood be on us and on our children!’” This charge of “deicide” (killing God) has led to antisemitism on both religious and secular grounds. 

The third theory is that Satan is antisemitic. Not only because they are so loved by God as his “peculiar people,” but because to (and through) them has been given the prophetic oracles of God’s blessings, and from them was to come the Messiah who would crush the offspring of the serpent. And so Satan actively stirs up hatred of the Jews in every time and place.

The second bird I get to address in this column is the inspiration from a parishioner to encourage the “Peace Prayer” of Pope Saint John Paul II, in light of the many conflicts in the world, particularly in the Holy Land.

Lord Jesus Christ, who are called the Prince of Peace, who are yourself our peace and reconciliation, who so often said, "Peace to you," grant us peace. Make all men and women witnesses of truth, justice, and brotherly love. Banish from their hearts whatever might endanger peace. May all peoples on the earth become as brothers and sisters. May longed for peace blossom forth and reign always over us all. Amen. 

God bless you and your families,

Fr. Kelley

 

en español

 

Estimadas familias y amigos de la parroquia St. Francisco Xavier, 

Puedo matar dos pájaros de un tiro con esta columna. Primero, es responder a una pregunta enviada al buzón de “pregúntale a un sacerdote” en la feria de regalos: “¿Por qué el pueblo judío tiene una historia de persecución?” La respuesta simple es la xenofobia. Los judíos siempre han sido llamados a ser “apartados”, un llamado que los cristianos han heredado. Esto está explícito en el libro bíblico de Ester: “Entonces Amán dijo al rey Asuero: ‘Hay un pueblo disperso entre las naciones, por las provincias de tu reino, que vive aparte. Sus leyes difieren de las de cualquier otro pueblo y no obedecen las leyes del rey; por lo tanto, no es apropiado que el rey los tolere’”. Esta opinión, especialmente entre quienes están en el poder y los extremistas nacionalistas a lo largo de los siglos, ha sido una causa clave.

La segunda causa es un mal uso de las Escrituras, particularmente la línea de Mateo 25:27: “En respuesta, la multitud judía que exigía la crucifixión de Jesús declaró: '¡Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos!'”. Esta acusación de “El deicidio” (matar a Dios) ha llevado al antisemitismo tanto por motivos religiosos como seculares. 

La tercera teoría es que Satanás es antisemita. No sólo porque son tan amados por Dios como su “pueblo peculiar”, sino porque a (y a través de) ellos se les han dado los oráculos proféticos de las bendiciones de Dios, y de ellos vendría el Mesías que aplastaría a la descendencia de la serpiente. Y así, Satanás suscita activamente el odio hacia los judíos en todo tiempo y lugar.

El segundo pájaro al que me refiero en esta columna es la inspiración de un feligrés para alentar la “Oración por la Paz” del Papa San Juan Pablo II, a la luz de los muchos conflictos en el mundo, particularmente en Tierra Santa.

Señor Jesucristo, que eres llamado Príncipe de la Paz, que eres tú mismo nuestra paz y reconciliación, que tantas veces dijiste: "Paz a vosotros", concédenos la paz. Haz que todos los hombres y mujeres sean testigos de la verdad, de la justicia y del amor fraternal. Destierren de sus corazones todo aquello que pueda poner en peligro la paz. Que todos los pueblos de la tierra lleguen a ser hermanos y hermanas. Que la paz anhelada florezca y reine siempre sobre todos nosotros. Amén.

Dios les bendiga a ustedes y a sus familias,

Padre Kelley

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